Prana y apana en Ashtanga: terapia energética
escrito por Fernando Gorostiza. ashtangayogabilbao.

La práctica de Ashtanga Yoga no parte desde las posturas, desde las asanas, sino desde la respiración. Cuando uno se sitúa sobre la esterilla y se dispone a comenzar su práctica, lo primero que ha de hacer es entrar en contacto con su respiración: inhalar y exhalar de manera voluntaria, regulando el flujo de aire y tomando conciencia del instante exacto en que termina la exhalación y se inicia la inhalación o viceversa, como el que observa el vaivén de un péndulo y pretende sacar una fotografía cada vez que éste alcanza su máxima amplitud a ambos lados y, durante un instante casi imperceptible, se detiene. A partir de esa respiración consciente, se da inicio al movimiento postural, al asana.
Sin conciencia de respiración, la práctica de Ashtanga Yoga no sería otra cosa que ejercicio físico, gimnasia cuando, en realidad, pretende ir mucho más allá. No en vano, las dos primeras series de Ashtanga Yoga -yoga chikitsa y nadi shodana- fueron diseñadas como terapias para trabajar sobre los desequilibrios del cuerpo energético y sus manifestaciones en las emociones, la psicología y la salud del cuerpo físico. La naturaleza de la práctica es mover energía a través del cuerpo, aprender a entrar en contacto con esos flujos, a discernir resistencias y bloqueos y, mediante el trabajo de la respiración, limpiarlos.
Suryanamaskar A desde el punto de vista energético.
El primer saludo al sol de Ashtanga Yoga parte de samastitih, la postura neutra de pie, y comienza con una inhalación a la que inmediatamente le sigue el primer vinyasa o movimiento: una gran apertura de la parte frontal del cuerpo, dirigiendo las manos hacia el cielo y abriendo extremidades superiores y pecho. En términos energéticos, esto supone un movimiento de energía en sentido entrante y expansivo: el prana entra en el cuerpo mediante la inhalación, y el movimiento de apertura lo dirige hacia la punta de los dedos. La mirada, el drishti, acompaña a esta expansión al enfocarse en los pulgares de las manos: angusthamadhye.
El segundo vinyasa del saludo al sol, regido por una exhalación, es un cierre: uttanasana. El cuerpo, que con la inhalación del primer vinyasa se ha abierto y ha creado espacio, se repliega sobre sí mismo, cerrándose de nuevo. Con esta exhalación comienza un nuevo proceso energético: la evacuación de apana, de los residuos, de la polución acumulada. A nivel físico podría hablarse de dióxido de carbono y del conjunto de los excrementos sí, pero en términos energéticos también de la pesadez, el estancamiento, la tensión, el estrés, el lastre que todos llevamos y del que en un gran suspiro de alivio -la exhalación- comenzamos a librarnos. La mirada va a la nariz: nasagre, trasladando la atención hacia nuestro interior.
El expulsar apana creamos espacio energético para nuevo prana, que en la inhalación del tercer vinyasa entra y se pone en circulación de nuevo hacia la parte alta y frontal del cuerpo. El drishti se sitúa ahora en el entrecejo: bhrumadhye, adonde se dirige el prana.
Con el cuarto vinyasa se exhala, se camina hacia atrás y se sostiene el cuerpo en chaturanga dandasana activando la musculatura abdominal y pélvica, el bandha, para permitir que de nuevo se produzca una liberación de apana pero sin permitir que el prana escape y en consecuencia la postura se colapse. El drishti vuelve a ir a la nariz: nasagre.
El quinto vinyasa, regido por la inhalación, es otra intensa apertura de la parte frontal del cuerpo, pero esta vez desde los pies hasta la cabeza: urdhva mukha svanasana o perro boca arriba. La energía se mueve a lo largo de toda la parte frontal, limpiándola. El dristhi vuelve al entrecejo: bhrumadhye.
La siguiente exhalación nos lleva a adho mukha svanasana o perro boca abajo: el sexto vinyasa. La postura se mantiene cinco respiraciones pausadas, llevando el proceso de limpieza a la parte trasera del cuerpo. El abdomen se encuentra metido hacia dentro -uddiyana bandha-, el ano se contrae -mullah bandha- y la barbilla oprime ligeramente la garganta -jalandara bandha-, lo que permite mantener estable el asana y, en términos energéticos, elevar el prana e impedir que se escape por la parte inferior de la columna vertebral o por la garganta. El drishti se sitúa ahora en el ombligo: nabicakre, el punto donde el prana circula y apana se purifica bajo la acción de los cerrojos o bandhas.
Los tres bandhas, que entran en acción simultáneamente en adho mukha svanasana.
Tras las cinco respiraciones, el séptimo vinyasa coincide con el tercero. Inhalando y recogiendo prana, se camina hasta el frente de la esterilla de nuevo y se abre la parte frontal del cuerpo. El drishti de nuevo en el entrecejo: bhrumadhye.
El octavo vinyasa coincide con el segundo. Nueva exhalación, nueva liberación de apana para dejar espacio al prana. Drishti a la nariz: nasagre.
Y, por último, el noveno vinyasa, que cierra el círculo regresando al punto de partida del primer vinyasa: manos arriba, alargando y llevando el prana a la parte frontal del cuerpo con el drishti en los pulgares: angusthamadhye. Exhalando, se regresa a la posición de partida: samastitih…
La primera serie de Ashtanga Yoga, que en su mayor parte se compone de flexiones hacia adelante, incide en todos estos conceptos. Las flexiones hacia delante alargan la exhalación, comprimen muladhara, el asiento de apana, y lo elevan hacia el fuego agni. Al mismo tiempo, se mantiene mula bandha y uddiyana bandha, empujando apana todavía más hacia agni. Las posturas con medio loto y con torsiones en las que el pie presiona contra el bajo abdomen, refuerzan aún más esta compresión y elevación de apana hacia el fuego purificador.
Con esto se explica también aquello de que las posturas invertidas sean tan importantes. Algunas tradiciones consideran a salamba sarvaungasana y a sirsasana la madre y el padre de todas las asanas. Al colocarse boca abajo en posición invertida, se anula la acción de la gravedad, de tamas, y muladhara chakra con su carga de apana se eleva -cae hacia el suelo- por efecto de la gravedad, acercándose a agni que, al ser una llama de fuego que de forma natural arde hacia arriba, se acerca a muladhara sin mayor esfuerzo. Igualmente, esto explica que se recomiende a las mujeres no practicar durante los primeros días de la menstruación y no realizar posturas invertidas durante todo el período. La menstruación no deja de ser una evacuación de apana, y dado que todo este sistema está orientado a contrarrestar apana e invertir su flujo, conviene no interferir demasiado en lo que al fin y a la postre es un necesario proceso natural de expulsión de energía tamásica. Sería algo así como hacer todo lo posible por retener los excrementos dentro de los intestinos o de la vejiga en vez de dejarlos marchar.
Prana y apana, un equilibrio de energías opuestas harto difícil a veces.
En resumen, la práctica de Ashtanga Yoga ha de ser entendida no como una exhibición de posturas encaminadas a conseguir un cuerpo tonificado y bonito, sino como una terapia destinada a resolver los bloqueos energéticos que en el cuerpo material se manifiestan en forma de dolencias físicas, trastornos psicológicos y problemas emocionales. A diferentes niveles, todos los seres humanos precisamos de esta terapia, porque ninguno nos vemos libres del influjo de apana, una forma de energía estancada y pesada que nos condiciona y que ha de ser limpiada para mantener o recuperar la salud y abrir nuestra mente a estados elevados de conciencia. Las herramientas con las que contamos para conseguirlo son nuestro propio cuerpo, nuestro esqueleto y músculos, nuestra mente y la acción de la respiración. Ésta desempeña un papel fundamental porque representa la principal fuente de prana a nuestro alcance y ha de constituir toda nuestra prioridad en la práctica. No habrá asana sin respiración, y sin respiración no habrá asana.
Colocarse sobre la esterilla con todas estas ideas en mente resulta muy reparador. Cuando se aprende a afrontar la práctica como una disciplina de movimiento de energías y de control de la mente y de la respiración, se produce un antes y un después. Como decía Guruji, señalándose al pecho: «Ahí dentro hay una caja dentro de la cual está atman, la conciencia pura. Regresa a ese lugar. Eso es el yoga.”

Fotografía: Clara Pey Molina Diseño y programación web: bingin-design